martes, 13 de mayo de 2008

A orillas del Océano


A orillas del océano, vi como sirenas se alegraban al sentir mi corazón emerger de las profundidades del silencio. Lo sentí muy enérgico, que casi lo confundo con el canto de las orcas y el danzar de los delfines. Manchado de una capa blanquecina con matices azulados, denota su sensibilidad a los bellos regalos de la vida. Dicha armadura lo ha hecho mantener su travesía a pesar de las noches tormentosas que cobijan al mar. No tiene aroma, pero lleva a su merced un coral de gratos recuerdos y un cardumen de buenas intenciones. Ostentando el brillo de las perlas, va ascendiendo aquel lucero marítimo sintiéndose faro de otros, que no ven la luz del sol en medio de sus ciegos cercos de melancolía. Las arenas de aquella playa están algo aterrorizadas porque las olas están tan fuertes como cuando aprendieron sus primeros pasos en este viejo lugar del Universo.

El sol no se quiere perder de vista aquel centello lunar, por seguir detallando aquellas burbujas de cariño que emite y cambia el color de las aguas. Algunos barcos interrumpieron su curso y anclaron cerca para no molestar el camino de aquella estrella de mar. Mientras en la orilla de este océano, decido buscar aquel tesoro que inexplicablemente, flota libremente sin tensión sobre el horizonte donde se cruzan los sueños y la imaginación.

03/04/2003
Luis G.

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