martes, 13 de mayo de 2008

Una Luz entre las sombras


Sombrías sensaciones que me hacen pensar. No se como hacen los ojos para transigir las caricias sensitivas que dejan en los céfiros etéreos, las manos trémulas de la soledad. No se como viven esas rosas auditivas al percibir las campanadas nocturnas del andar del silencio sepulcral. Me compadezco de la efigie nasal, al tener que tocar con sus ácidas cuevas, los leves aires fantasmales del cielo plateado, por donde huye estoicamente, el vuelo de las hojas muertas de la mujer que pasa sin avisar. Me desconcierta el tacto ya que confunde las ondas inquietas de la melancolía con el flujo inerte y aislado del ser Naturaleza. Se me encrispa el plexo solar al enfocar mi atención en el estado penumbroso de la selva gustativa, ya que por sus pálidos intersticios se cuela la tenebrosidad de las huellas huérfanas de destino de la mujer de los cuatro vientos. Se aterroriza mi pensar, al ver nadar fugazmente dichas reacciones bioquímicas por la estructura esporádica del cuerpo; tambaleando las realidades inentendible del tiempo y la razón, por los efectos caóticos de esos golpes heráldicos que abren surcos de ceniza en el rostro mas fiero y en el lomo más fuerte, acrecentando el charco de culpas ambiguas en el alba de la mirada y el espíritu algo abatido y enredado en la sombra de las alas del sufrimiento no tiene mas remedio que apegarse al crucifijo de su silencio.

Frugales ideales que me alivian en su fresca brisa. Senda divina y enigmática, cargada de rosas y espinas, que en sus paredes relumbran sensaciones que se cruzan ciegamente en sus catárticas encrucijadas, cuyas arcanas raíces hacen deambular en el lance a nuestra existencia en el laberinto silencioso que labró Dios en la arenas del destino desconocido. Cuando el reloj del universo marque la plenitud de los tiempos, se colocará un punto final en el canto de la historia del mundo, donde el silencio resumirá las tristezas de los ojos de la gente, las alas mutiladas de los más sencillos cobren vuelo, los ciegos reciban la luz de la alegría, las galaxias se enfrían en sus lápidas sempiternas junto con los restos del Tiempo y las calamidades de la Humanidad salgan encadenadas en el último viaje de la barca de Caronte. Una pequeña lágrima mía será mi pasaporte para acompañar la soledad de la gaveta donde se alojan las gotas de nácar y marfil de los grandes poetas y mis barajas de escritos se las llevará el viento donde seguramente ni mi Reina ni mi As se salvarán, sólo me quedará un hilo ovillado azul incrustado en la conciencia de mi pluma fugitiva. El Misterio se perderá en las llamas del olvido. Las plumas de los ángeles adornarán por fin el respirara de las flores y los sueños inocentes de los niños formarán parte de las luces de los cielos. Mientras llega ese improvisado día, el Amor seguirá en su eterno galope por sus entrevesadas melodías que acaricia nuestros sensibles caudales y la paciente Esperanza no se irá tras el crepúsculo, sino que esperará el volcamiento de deseos olvidados en las manos realistas de la Fe. Caminos inexplorados, ilusiones sin germinar en las sendas de la frente y alguna otra forma expresiva del plan Celestial os aguarda detrás de cada esquina en espera de formar parte de nuestro equipaje que se acumula en el cajón de nuestra experiencia. Tantas cosas por aprender y nuestro paso por esta orbe es una sombra que ni la lluvia la recordará, sólo la Tierra se dignará a contener nuestro soplo entre sus ásperas arrugas. Mientras me llega la hora de cruzar la Laguna Estigia, ya dejé encendida una vela en la ventana de mi sentir.


15/07/2003
Luis G:

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